Lo inmoral y lo pasional se dan cita bajo Las flores del mal de Baudelaire. Algunas de esas flores son recogidas por Henri Dutilleux para dar forma a Todo un mundo distante… Allí, el violonchelo, en una suerte de poema concertante, nos habla del simbolismo natural, del veneno de una mirada, de mares de ébano, corazones como antorchas y la capacidad de mantener nuestros sueños bellos e intactos. Casi nada. Uno de los cenit de la composición litúrgica de Haydn no es sino una oda a los tiempos para la angustia. Dedicada al almirante inglés John Nelson - de tan fatídico recuerdo para españoles y franceses - cuando este visitó Eisenstadt en 1800, su drama, el de los tiempos vividos (la partitura no incluye vientos porque estos marcharon a la guerra), se extiende a lo largo de toda la partitura, al mismo tiempo que no deja de ser una música de celebración. Una mezcla explosiva de emociones en la que, se dice, los timbales y trompetas fueron añadidos posteriormente por Haydn cuando supo de la victoria del oficial Nelson sobre las tropas de Napoleón.