LO DE SIEMPRE COMO NUNCA

Se diría que David Afkham se ha propuesto esta temporada repasar a conciencia el gran repertorio, más o menos como si le estimulara la idea de redescubrírselo al público y a sí mismo con una mirada desconocida. Tantas veces hemos escuchado las «Imágenes» de Debussy, la «Rapsodia» de Ravel o la suite de «El pájaro de fuego» (Stravinsky) que tenemos nuestra propia versión, construida con la memoria, las grabaciones, el patrimonio y la sugestión que implica reencontrarse con antiguos compañeros de viaje. Y es una buena idea reconocerlos en un mismo contexto, en la epifanía de la vanguardia, en el proceso de mestizaje cultural: la mirada española de Debussy y Ravel al otro lado de los Pirineos, el impacto de Stravinsky en París. Y la combustión musical del «Concierto para violín» que alentó la obra del compositor ruso. Acude a interpretarla a Madrid Vilde Frang, una violinista noruega que se maneja con un Stradivarius de 1709 y que ha logrado extraerle un sonido «humano», como si las cuerdas del instrumento fueran las cuerdas vocales. O como si fueran los brazos y las piernas de un bailarín al que dio vida una maravillosa coreografía de Balanchine.