Sinfónico 02

El sanguinario legado del zar Iván el Terrible ejerció una profunda fascinación en Stalin: torturador y ejecutor de sus opositores y castigador de sus seculares enemigos tártaros y lituanos, el zar paranoico ofreció al líder soviético una inigualable oportunidad para plasmar en el celuloide sus propios instintos criminales, revestidos de la dignidad patriótica que –tras la derrota nazi en Stalingrado– exigían los tiempos. Para satisfacer este empeño se movilizó a los mejores artistas soviéticos, entre ellos Serguéi Prokófiev, quien aportó una épica partitura, heredera del Borís Godunov, pero con algunos toques modernistas.

Preludian este programa dos pequeñas joyas del repertorio concertante para flauta: la poética y posdebussyana I Hear the Water Dreaming (1987) del japonés Tōru Takemitsu y el concertino de Cécile Chaminade (1902), una encantadora obra compuesta como morceau de concours para el Conservatorio de París, cuya presencia en el repertorio flautístico no ha decaído un ápice desde su estreno hasta nuestros días.