Evento finalizado
La última sinfonía mozartiana ganó su sobrenombre –gracias a los majestuosos relámpagos que retumban en el Allegro inicial– varias décadas después de muerto su autor, a la vez que su finale se instituyó como bis obligado durante buena parte del siglo XIX. No es, sin embargo, la única obra de este programa en ostentar el mérito de haber sobrevivido al olvido de forma continua hasta nuestros días.
El revolucionario ballet Don Juan de Gluck lo hizo indirectamente, a través de los préstamos que Mozart tomó para Las bodas de Fígaro –el célebre fandango–pero también a través del auto plagio infligido por el propio Gluck en la escena de las furias de su propio Orfeo, uno de los momentos cumbre del Sturm und Drang. Por su parte, el noveno de los doce conciertos para violonchelo de Boccherini pervivió a través de una adaptación realizada por el virtuoso Friedrich Grützmacher, quien lo convirtió en repertorio obligado de los grandes chelistas del siglo XX a costa de una discutible romantización, pero que la práctica historicista ha «desengrasado» y devuelto a su genuino frescor.
Autor | Pieza |
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Christoph Willibald Gluck
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Suite de Don Juan, Wq.52 [12’]
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Luigi Boccherini
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Concierto para violonchelo y orquesta en Si bemol mayor, G. 482 [22’]
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Wolfgang Amadeus Mozart
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Sinfonía núm. 41 en Do mayor, K. 551, «Júpiter» [31’]
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