Sinfónico 01

No hace falta acudir a la Sinfonía «de los mil» de Mahler que cerró la temporada pasada de la OCNE para comprobar la inmensa atracción que despertaron las obras de desaforado formato durante los años que precedieron al colapso europeo con la Gran Guerra. El Concierto para violín de Elgar –estrenado en 1910 al igual que la citada obra mahleriana– hace gala de una extensión –y un aparato orquestal– ciertamente formidable, redimido en parte por la nobleza beethoveniana del movimiento lento.

Estrenada tres años más tarde, Las campanas de Rajmáninov fue concebida –al igual que la Sinfonía «de los mil» y la «Sinfonía marina» de Vaughan Williams que protagonizará el Sinfónico 8– como una magna sinfonía coral. El poema homónimo de Edgar Allan Poe –traducido al ruso– proporciona el escenario de esta obra vibrante y colorista en la que resuena un entero catálogo de partituras del último Rimski-Kórsakov: las escenas invernales de La doncella de nieve, la sensualidad de El gallo de oro y los salvajes ritos profanos de Mlada.