Sinfónico 12

El cine de Kubrick y la música de Ligeti volvieron a cruzarse en varias ocasiones –en concreto, Lontano (1967) fue utilizada en El resplandor (1980)–. El empleo de esta obra en Shutter Island (2010) de Scorsese ha puesto de manifiesto la anticipación a su época de la música del húngaro de forma más palmaria: en efecto, las «manchas de sonido» –aka «micropolifonía»– de Ligeti se han acabado imponiendo –bajo la etiqueta drone music– en la industria del cine reciente. Como bien sabemos, el Zaratustra straussiano debe también una porción de su estatus como icono musical de masas al cine de Kubrick, aunque sus presupuestos filosóficos apuntan, en una dirección totalmente distinta, a los orígenes judeocristianos de nuestra cultura. De forma análoga, el compositor estadounidense de filiación minimalista John Adams rastrea en Absolute Jest (2012) los orígenes centroeuropeos de su propia música, en una actitud que contrasta con el absoluto desdén hacia la música europea manifestado por algunos representantes estadounidenses de este movimiento. Con sus inequívocas referencias a las sinfonías –4 y 9– y los últimos cuartetos beethovenianos, Absolute Jest ofrece, en un originalísimo formato, una personal reflexión sobre estas cuestiones.