Sinfónico 11

Las obras de Grieg y Saariaho que abren este programa proceden ambas de la música vocal. Las Melodías del noruego provienen de dos canciones extraídas de su op.32. Por su parte, la pieza concertante de la finlandesa surgió durante la composición de su segunda ópera –Adriana Mater, de 2006–, a partir de un fragmento cuya parte clarinetística creció en virtuosismo hasta aconsejar su escisión como obra totalmente independiente, pero que conserva –en su plasticidad y movimiento– la indeleble huella del universo escénico. Hubert Parry y Charles Villiers Stanford fueron considerados los sinfonistas británicos más importantes del siglo XIX hasta que, a punto de dar el salto al XX, un desconocido compositor –maduro y autodidacta, para más señas– estrenó sus Variaciones Enigma, una partitura de un magisterio y audacia solo comparables a las que Richard Strauss había demostrado poco antes con su Don Quijote. Elgar tardó nueve años más en producir su primera sinfonía, un éxito colosal depreciado años después con el colapso del Romanticismo sobrevenido tras la Gran Guerra, pero con sustancia sobrada para exigir un puesto en las salas de concierto internacionales análogo al que ostenta desde siempre en las islas británicas.