Sinfónico 03

Un estreno mundial del tarraconense Joan Magrané, joven compositor curtido en algunas de las plazas más importantes del circuito europeo de vanguardia, abre este programa cuyo núcleo está conformado por dos obras capitales para flauta de primera mitad del siglo XX: los poco más de tres minutos de duración de Syrinx de Debussy –quizá los más influyentes de toda la literatura flautística– suponen una sacudida con respecto a la tradición pirotécnica del Romanticismo y un nuevo punto de partida para la música francesa posterior. Incluso para aquella que, como el Concierto para flauta de Jacques Ibert, pretende apartarse de su sombra adoptando las maneras de la sofisticada y cosmopolita école française que conocemos principalmente a través de Los seis. Carente del trasunto épico que encumbró a su predecesora y su sucesora, la Cuarta sinfonía de Beethoven cruzó el siglo XIX como la menos popular de las nueve, malentendido que no impidió, gracias a sus méritos musicales, su elección por parte de Mendelssohn para su exitoso debut como titular de la orquesta de la Gewandhaus de Leipzig en 1835 en el que se utilizó, por primera vez en la historia de la dirección de orquesta, una revolucionaria herramienta: la batuta.