David Afkham dirigirá Un superviviente de Varsovia, op. 46 de Arnold Schönberg con la OCNE en el programa Sinfónico 13, punto culminante de la línea temática diseñada para conmemorar la capitulación de Berlín en mayo de 1945: “Guerra y Libertad”. Este programa sirve de memorial por las víctimas de este conflicto precisamente en los días en los que se celebra -lunes 27 de enero- el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto y 80 años de la liberación de Auschwitz.
Los conciertos, en los que participará el Coro de la Comunidad de Madrid, tendrán lugar el viernes 31 de enero, sábado 1 y el domingo 2 de febrero en el Auditorio Nacional de Música.
Un superviviente de Varsovia (estrenada en 1948) fue compuesta en California donde el compositor se refugió huyendo de la Alemania nazi. De lenguaje disonante, la composición triunfó a ambos lados del telón de acero convirtiéndose en todo un símbolo musical del holocausto.
Schönberg puso en boca del narrador -que en estos conciertos será interpretado por Christian Miedl- el sobrecogedor testimonio de un superviviente del gueto de Varsovia. Además, el coro masculino tendrá un gran papel gracias a su escalofriante intervención que representa a los masacrados en el gueto. Una impactante y concentrada pieza que Milan Kundera consideró «el monumento más grande» jamás dedicado a las víctimas del Holocausto.
El programa de la OCNE dará comienzo con el Salmo 114, op. 51 de Felix Mendelssohn, autor prohibido durante los oscuros años del nazismo. Esta magnífica obra coral puede entenderse como una plegaria en la que el éxodo bíblico se convierte en un símbolo de esperanza para aquellos que sufrieron la opresión y la injusticia.
Cerrará el programa otro testimonio sonoro de la guerra y del horror pero esta vez desde la perspectiva soviética: la Sinfonía núm. 8 en Do menor, op. 65 de Dmitri Shostakóvich. Estrenada en 1943 cuando la victoria soviética en Stalingrado permitió augurar la definitiva derrota alemana, fue durante algún tiempo conocida como Sinfonía Stalingrado. Shostakóvich decidió plasmar la desolación de la guerra en un sombrío fresco, con trazos puntuales de violencia y sarcasmo tan característicos del compositor, para expresar a través de la música la banalidad del mal.