El Réquiem de Dvořák se cuenta entre los cuatro o cinco más grandes de la era romántica. Mientras Berlioz optó por la espectacularidad, Brahms lo hizo por la contención, Verdi por la gestualidad teatral y Fauré por una sensual espiritualidad. Dvořák, por su parte, optó por enfrentarse al simbolismo del texto sacro desde una actitud eminentemente intelectual, lo que no impidió al director de orquesta Hans Richter —uno de los principales valedores de Dvořák en el escenario internacional— celebrar «pasajes de esta obra que te harán gritar de dolor y de alegría».
Estrenado en Birmingham en 1891, este Réquiem ha permanecido relativamente eclipsado por el más lírico Stabat mater del mismo autor. Si esta obra estructuraba el discurso en números cerrados —solos, dúos, coros y cuartetos—, el Réquiem despliega los textos sagrados en un vasto flujo musical ininterrumpido, que enfrenta las apocalípticas visiones del Juicio Final antes de desembocar en una atmósfera de consuelo y reconciliación.
Autor | Pieza |
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Antonín Dvořák
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Réquiem en Si bemol menor, op. 89 [90’]
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