POR LAS BARBAS DE BARTÓK

El compositor barcelonés Hèctor Parra es también un indagador de los límites de la forma y de las propiedades de la música electrónica y electroacústica, aunque no es sencillo ubicarlo en categorías ni en géneros. Ha frecuentado con éxito la ópera. Y parece obsesionado con las cualidades de la voz humana. Y con la naturaleza en sí misma, quizá porque quiso ser pastor. O porque atribuye al arte una suerte de actividad biológica, cuando no evolutiva. Es un desafío el estreno de su última obra sinfónica «Avant la fin... vers oú», como lo es programarse en el mismo concierto donde aparece anunciado «El castillo de Barbazul», ópera de un acto que Béla Bartók concibió inspirándose en el cuento de Perrault, pero otorgándole un sesgo estremecedor en un proceso de metamorfosis que sorprendió al compositor húngaro mutando del impresionismo -se nota la huella de Debussy- a su propia idiosincrasia creativa. Una ópera sin obertura ni arias. Casi siempre declamada. Inquietante. Una obra sobre el alma humana, mucho más que un thriller o que un cuento asustaniños. Y un trabajo escrito en 1911 que ya anunciaba la gran sacudida rítmica y cromática del siglo XX.